DRA. CLAUDIA BRUNS
Como odontóloga y promotora de una estética dental, quiero compartir contigo una de las inquietudes que hoy tienen con más frecuencia las personas que buscan una sonrisa espectacular. Esta es la pregunta: ¿Qué diferencia hay entre una incrustación tradicional y una hecha con impresión 3D?”
La respuesta no es tan simple pues no solo se trata de una técnica de fabricación, sino también en la experiencia y beneficios que los pacientes tienen en cuanto a su salud dental. Veamos...
La forma tradicional como nuestros padres seguramente resolvían los problemas de caries o traumas dentales era mediante amalgamas (plateadas) o masillas que el dentista moldeaba dentro de una cavidad dental. Y claro que sigue funcionando hoy en día. Sin embargo, en el caso de amalgamas, aunque son super duraderas, se sabe que tienen grandes desventajas por razones estéticas y porque con el tiempo, debilitan los dientes y son riesgo de fracturas. Ahora bien, en el caso de los compositos, siguen siendo una excelente opción para cavidades pequeñas y debe haber mucho cuidado en la técnica para evitar que la caries vuelva a formarse nuevamente.
En el caso de las incrustaciones, son restauraciones hechas en un laboratorio, de una forma mucho más rápida y precisa, usualmente de cerámica o resina de mayor resistencia. Por lo tanto, combinan las ventajas de ser estéticas y más duraderas.
Debido a que una incrustación se fabrica en un laboratorio dental, después de hacer la cavidad en el diente, es necesario tomar una impresión con masillas especiales que se colocan en la boca. Esta es la forma tradicional y la más empleada en consultorios dentales, pues la impresión se envía al laboratorio para que días después, pueda colocarse la nueva restauración en el diente preparado.
👉 Sus ventajas: es una técnica probada, resistente y con años de respaldo clínico.
👉 Sus limitaciones: requiere de más citas, tiempo de espera y cierta incomodidad de llevar una restauración provisional mientras el laboratorio fabrica la incrustación definitiva.
Con la tecnología 3D, el procedimiento cambia radicalmente. En lugar de una impresión física, usamos un escáner digital que crea un modelo virtual (en computador) de tu diente en segundos. Esa información se procesa gracias a programas de software especializados para diseñar una restauración y poder enviarla a una “fresadora o tipo de impresora”, que utiliza materiales de alta resistencia para fabricar la incrustación.
👉 Sus ventajas: rapidez (en algunos casos, se puede colocar el mismo día), ajuste milimétrico y comodidad para el paciente.
👉 Sus limitaciones: el acceso a esta tecnología aún no está disponible en todas las clínicas porque requiere de alta inversión en equipos sofisticados.
No existe una respuesta única:
Lo más importante es que tu odontólogo evalúe detenidamente tu caso, con ayuda de buenas radiografías y fotografías. A su vez, que le indiques tus preferencias para hacerlo de la forma que más teconlógica.
La impresión 3D no es una moda: es una herramienta que está revolucionando la forma en que los dentistas diseñamos y colocamos restauraciones. Nos permite ser más precisos, más rápidos y ofrecerte una experiencia más cómoda a nuestros pacientes. Es una tecnología que tiene ya muchos años de aplicación en países desarrollados y que poco a poco, vamos incorporando en las clínicas dentales. Si tienes dudas, escríbenos un mensaje aquí .
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